domingo, 28 de marzo de 2010

Primer cumpleblog


¿Yo?

- A veces me siento atrapada en una tela de araña que cuelga en el abismo. Me quiero soltar, porque los hilos de seda que me enganchan, duelen. Pero si me suelto ¿A dónde iré a caer?
- Pero no te vas a caer.
- ¿Qué quieres decir?
- Despliega tus alas y vuela.



"... I´m caught in a trap
I can´t look back..." Mika Rain
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jueves, 25 de marzo de 2010

Tarta de fresa y nata, sin huevo

En este mundo loco

Vamos a suponer que tenemos una gran cantidad de dinero, pero mucho, mucho, mucho.

Queremos utilizarlo para conseguir algo extraordinariamente valioso. ¿Qué puede ser?
Vamos a ver ¡Hay tantas cosas!
¿En qué se puede invertir tanto dinero?


Hagamos una lista:
- Lo principal:
investigar para curar enfermedades, pongamos por ejemplo, el cáncer, o la diabetes, o enfermedades congénitas o... hay para escoger, la verdad.
- También estaría bien encontrar una energía no contaminante y barata al alcance de todos.
- ¡Ya está!: vacunas, para el tercer mundo.
Regalémoslas. No tienen nada. (vacunar a una persona cuesta 1 €).
- No me olvido:
educación. ¿Niños sin escuelas y trabajando?. Acabemos con eso. Profesores y recursos para ellos.
- Otra cosa muy importante: dotemos al personal sanitario de medios. No más
listas de espera.
- ¡Ah!: llevemos el agua a lugares sin ella. En el mundo mucha gente sufre los problemas de la
sequía.
- Algo más cercano: construyamos pisos-residencia para
ancianos solos. Donde tengan su espacio y a la vez atención. Que no padezcan soledad en su vejez.
- Yyyyyyy: a mujeres, niños y hombres
maltratados. Ayudémosles con lo que necesitan: casa, cariño...
Se me acaba el dinero................. continuad la lista, por favor.

¡Pero qué veo!

Hay afortunados que disponen de todo ese dinero.

Vamos a ver algunas cosas que hacen con él:

Compra
esto ("sólo" cuesta 500.000 €), o compra esto (unos 18.000.000 €), o compra esto (unos 22.000.000 €), o paga esto (96 millones de €), o esto otro (3.500.000 € cobra esta muchacha por pasearse por las pasarelas) o también esto (entre 200.000 y 1.500.000 €) o esto (22.000.000 € costó la obra de Barceló)... podemos añadir más cosas a esta lista también.

¿Cómo vería nuestro mundo alguien que viniera del espacio? ¿Un poco loco?

Y ahora voy, y pongo una receta. Lo que yo decía. Estamos un poco locos.
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Ingredientes (Para un molde pequeño, 18 cm de diámetro)
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Para el bizcocho
  • 75 gr de harina
  • 37 gr de mantequilla
  • 50 gr de avellana triturada
  • 65 gr de azúcar
  • 100 ml de leche (más o menos)
  • 1/4 de sobre de levadura Royal
Para el relleno y la cobertura
  • 200ml de nata para montar
  • 3 cucharadas de azúcar
  • 1 cucharadita de esencia de vainilla
  • Fresas
  • Chorrito de zumo de limón.
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¿Cómo se hace?
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Es muy sencillo.
- Precalentamos el horno a 180 º.
- Mezclamos los ingredientes del bizcocho con varillas, batiendo muy bien. Si veis que con 100 ml de leche os queda muy densa, añadid un poquito más (50 ml más o menos).
- Ponemos en un molde de nuestro gusto, con papel vegetal.
- Horneamos a 180 º hasta que está hecho. Pinchar con un palillo o pincho silmilar. Cuando salga limpio ya estárá.
- Dejar enfriar.
- Cuando esté frío cortamos en dos capas.
Esto debe hacerse con cuidado, porque la ausencia de huevo hace el bizcocho quebradizo.
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Para el relleno.
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- Montamos la nata con el azúcar y la vainilla.
- Las fresas las cortamos en rodajas.
- Montamos la tarta: 1- Capa de bizcocho, capa de nata, capa de fresas.
2- Capa de bizcocho, capa de nata, capa de fresas.
3- Cubrimos con mermelada de fresa, que habremos aligerado con un chorrito de zumo de limón.
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¡Feliz primavera!

miércoles, 10 de marzo de 2010

Mis Mantecadas


El paso del tiempo


Se despertó.
La claridad que se filtraba por las rendijas de la persiana siempre la despertaba. A veces el sol llegaba hasta su cama y calentaba las finas arrugas que adornaban su cara. Era una sensación agradable saber que ya había empezado un nuevo día.

Se oía el bullir de la gente un piso más abajo, en la calle. Los puestos del mercado de los jueves ya se estaban colocando. Tumbada en su cama veía con los ojos cerrados, las montañas de naranjas y manzanas, las torres de zapatillas, las pilas de libros polvorientos, la ropa revuelta y manoseada. En todos los puestos había gente comprando. Los precios bajos en tiempos de crisis llenaban el mercado.

Casi siempre bajaba a comprar algo, más que nada por pasear. Pero hoy no tenía ánimo para levantarse. Le dolía el cuerpo, le pesaban las piernas.

Había soñado con su hijo, cuando aún era pequeño. Y eso siempre la ponía triste.

Muchas veces se preguntaba por qué tenía ese sentimiento de culpa que se acentuaba a medida que se iba haciendo vieja. Si pensaba en su juventud, no había sido una mala madre. Siempre se ocupó de su hijo. Le alimentó, le aseó y le vistió como a cualquier niño. Le compró juguetes, que rápidamente olvidaba. Tuvo amigos, fue al colegio y aprendió todo lo que aprenden los niños.

¿Por qué, entonces, sentía ese peso ?

Ahora, tumbada, empezó a recordar despacio la infancia del pequeño.

Nació casi por sorpresa, como un descuido. Hay niños que nacen así. Algunos son intensamente buscados y otros nacen llevándole la contraria al mundo, con voluntad de hierro ya desde el vientre materno.

Se recordaba a sí misma pensando: "no pasa nada, no importa, todo está bien" y el bebé dormía, recién nacido, en su cuna.

Y ella no tenía ganas de cogerlo.

A veces el niño lloraba, y tardaba un buen rato en atenderlo. Tenía otras tareas en que ocuparse. "No le va a pasar nada si llora un poco", decía. Y todos le daban la razón.

No le pasó nada.

Creció. Parecía contento. Jugaba y reía como todos los niños.

Pero cada poco venía a abrazarla y, en un movimiento perfecto, tantas veces repetido, le daba uno, dos, tres besos. Y ella, la madre, le daba uno, casi de refilón, porque estaba leyendo y no quería perder el hilo.

-¿Me dejas ayudarte a cocinar?, preguntaba el niño.

_Noooooo. Voy más deprisa si lo hago sola. Contestaba casi gritando. Porque tenía que terminar rápidamente lo que estaba haciendo para pasar a otra cosa. Y él se iba sin decir nada.

-¿Quieres jugar conmigo un rato?

-¿Pero no ves que tengo muchas cosas que hacer?

-¿Me ayudas a recortar este muñeco?

-Es que estoy ocupada.

-Toma, mami, te he hecho este dibujo.

-Gracias, gracias. ¡Ale! vete a jugar a otra habitación.

Se acordaba de los gritos, como los de otras madres.

Las prisas, la falta de tiempo, los nervios.

¿Cuantas veces le había gritado al pequeño? Muchas, sabía que eran muchas.

El niño aprendió sin que ella se diese cuenta. A vestirse, a comer solo, a leer, ¿cuándo aprendió su niño a leer? ¿Qué veía el pequeño en la televisión? ¿Cómo podía jugar a aquel juego tan complicado? ¿Desde cuándo sabía sumar? ¿Por qué se emocionaba tanto si alguien le daba un abrazo? ¿Cómo se llamaban sus amigos?

Cuántas preguntas sin respuesta.

Después todo fue muy rápido. Se despegó de su madre. Era cariñoso, pero no como antes. Ya no la besaba mil veces al día, ni le sonreía tanto.

Al principio casi sintió alivio, pero al poco tiempo tuvo una sensación de frío que no sabía de dónde venía.

A veces estaban los dos en casa y no se oía ningún ruido, enfrascados en sus cosas, cada uno en su habitación.

Después se marchó. Cumpliendo años se fue con su vida a otra parte. Llamaba de vez en cuando. La madre quería charlar un rato, porque tenía algo que decirle, pero no sabía qué.

Y colgaba el teléfono y se quedaba sola.

Ahora, tumbada en la cama, escuchando los sonidos del mercado, sabía que tenía la boca tan llena de besos sin dar que se derramaban por sus ojos. Ahora quería abrazar a su hijo, y no podía. ¿Cuántas veces le tuvo sentado a su lado y sólo supo apartarlo? ¿Por qué no le había mirado nunca cuando le hablaba? ¡Cuánto echaba de menos la tibiza de su piel!

¿Qué era eso tan importante que tenía que hacer cuando su hijo era pequeño? Intenta recordarlo pero no se acuerda, no se acuerda, no se acuerda.
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Se despertó.

La claridad que se filtraba por las rendijas de la persiana siempre la despertaba. A veces el sol llegaba hasta su cama y calentaba su cara. Era una sensación agradable saber que ya había empezado un nuevo día.
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-Mami, mami, ¿vamos a dar un paseo?
Se levantó de un salto y abrazó a su hijo que venía corriendo por el pasillo.

-Claro que sí. Vamos.

Ingredientes
  • 2 huevos
  • 115 gr de azúcar
  • 150 gr de harina de repostería
  • 125 gr de mantequilla blanda
¿Cómo se hace?
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Montar los dos huevos y el azúcar con las varillas, hasta que estén blanquecinos y hayan doblado su tamaño.
Añadir la mantequilla y batir.
Añadir la harina tamizada y mezclar.
Llenar los moldes hasta 2/3.
Espolvorear abundante azúcar.
En el horno a 200º meter las mantecadas 5 mn, y después bajar la temperatura a 180º y dejarlas 10 mn más.
Gratinar 2mn hasta dorar la superficie.