Batiburrillo
No conduzco, aunque tengo carnet. Tengo que aclararlo porque todo el mundo que ve que no conduzco me lo pregunta.
Tengo carnet pero es como si no lo tuviera. Porque hace 11 años que no cojo el coche. Esto me produce diferentes sensaciones.
A saber:
- Soy rara. Toooodo el mundo sabe conducir.
- Soy una cómoda. Es cuestión de práctica, me dicen.
- Soy una caradura. No podemos turnarnos en viajes largos, voy siempre de pasajera.
- Soy una inconsciente. ¿Y si un día necesitas coger el coche y no puedes porque te has negado a conducir?
- Soy una cobardica. Cualquiera puede conducir. Fíjate en fulano o mengana. Si ellos pueden tú también.
Tengo argumentos para rebatir todo esto, he intentado durante mucho tiempo explicar cómo me siento al volante de un coche. La inseguridad y la torpeza que no soy capaz de superar. Y me niego en redondo a hacer experimentos con pasajeros (ya no digamos nada de meter a mis niñas en el coche).
Se me olvidaba un sentimiento:
6.- Soy una exagerada. En fin.
Como no conduzco y ahora mismo me veo obligada a viajar 1 hora en tren o autobús para llegar al trabajo (y otra para volver), pues tengo tiempo para darle vueltas a la cabeza.
Hace ya unos meses (cómo pasa el tiempo), que me siento diferente (doctor, doctor, ¿qué me pasa?).
Fue una experiencia pueril o estúpida que no viene al caso, la que desencadenó esto.
De pronto empecé a sentir una urgencia por encontrarme a mí misma (ni siquiera sabía que estaba perdida). Necesitaba hacer cosas. Qué cosas no lo sé. Cosas.
Para alguien que me vea desde fuera no he cambiado en absoluto (excepto si te fijas en lo que leo o la música que escucho y algún que otro complemento anecdótico).
He recuperado actitudes que tenía hace muchos años.
Y ahora viene la pregunta: ¿por qué?
No lo sé.
Puede ser que la rutina me haya estado matando.
Puede que, como me veo obligada a hacer cosas que no quiero, mi mente se haya buscado una escapatoria.
Puede que sea una burguesa aburrida buscando excusas para hacer idioteces.
Ooo... puede que me esté haciendo vieja.
¿No dicen que la vejez es la segunda infancia?
Pues yo creo que estoy pasando por la segunda adolescencia.
Ingredientes
- Medio pan candeal o alguno que se desmenuce un poco cuando lo pasemos por la sartén.
- Sal.
- Pimentón dulce.
- Un chorrito de agua.
- 1 diente de ajo.
- Aceite.
- Unas lonchas de jamón.
- Un chorizo de freír.
- Frutas (uvas, naranja...)
¿Cómo se hace?
- Ponemos el pan cortado en cubitos pequeños (tamaño garbanzo) en un cuenco. Salamos, añadimos una cucharadita de pimentón y un chorrito de agua (sólo humedecer, no empapar).
- Cubrimos con un film transparente y dejamos toda la noche.
- Al día siguiente, desmenuzamos el chorizo y cortamos el jamón en trocitos.
- Sofreímos el ajo en un chorrito de aceite. Lo retiramos. Añadimos el chorizo y el jamón a este mismo aceite. Refreímos un poco.
- Añadimos el pan y empezamos a remover y a remover. Hasta que vemos las migas un poco desmenuzadas y con el colorcito del chorizo empapándolas. No dejéis que se quemen. Ligeramente tostaditas y crujientes estarán listas para comer.
- Si las acompañamos con trocitos de fruta, para meter en la boca en el mismo bocado, están deliciosas.
Esta receta tan rica se la copié a Miriam. No os perdáis su maravilloso blog.
Estoy procesando las fotos que voy haciendo en el tren, porque hay paisajes fantásticos.
Pondré algunas en la próxima entrada.
También quería dar las gracias a todos/as los/as que me leéis. Me encantó ver tres cifras en el número de seguidores. Y pensé en hacer algo especial.
No sé. El caso es que hay cosas que te hacen sentir muy bien.